Mi independencia y mi seguridad...
Hay circunstancias en tu camino que te cambia la perspectiva de las cosas. Miras el lienzo desde todos los lados posibles, entornas los ojos y lo observas desde arriba, miras de soslayo desde abajo, de reojo desde el lado izquierdo y así puedes pasarte horas, horas que parecen no terminar nunca y te llegas a dormir sin sacar nada en claro. Todo parece haber cambiado y ni te has percatado de ello por muchas miradas y pinceladas que hayas dado a aquel lienzo que era tu vida entonces. Pero es tu lienzo y lo mimas, le ofreces la seguridad de que nadie nunca lo manchará con colores que no ligan con tu forma de vestir, de moverte por la vida, con esa forma tan personal de sentir y de querer.
“Me estoy trabajando la independencia”, le dije hace unos días a una colega. Ella me dijo que apuntase esa frase que me había brotado así sin más. “¿La independencia?”, me pregunté bajito esbozando una sonrisa de pasmada, la que tengo últimamente… ¿qué diablos es la independencia?
¡¡¡Silencio!!!... que hablamos de independencia. Pero hay tantos tipos de definiciones como hormiguitas en el mundo, y yo, aunque haya presumido de ser muy independiente en mi vida, me siento como esa pequeña hormiguita que necesita que un ser humano deje caer migas en el suelo para poder llevar a mi hormiguero algo de comer. Pero… ¿y si no puedo con el peso de la migaja?, ¿deberé buscar a mis pequeñas compañeras para que me ayuden? Ay, qué lío, eso entonces no es ser independiente...¿no? Siempre he perseguido la libertad, pero ahora ella me persigue a mí, cosa que agradezco, aunque a veces como hormiguita que soy, un poco humana, eso sí, insecto que vive en grupo, necesito de otros para llevar a hombros los pedacitos de vida que ahora intento recolocar yo sola con total seguridad en lo que hago…. otro dilema, la seguridad. Lo que pienso es que nadie debería vanagloriarse de ser un Robinson Crusoe…eso sólo existe en los libros de aventuras.
La seguridad es algo que todos buscamos con demasiada ansiedad. Pero seguridad a qué... ¿No somos capaces de atarnos los zapatos solos?, ¿No somos capaces de aparcar nuestro coche en un hueco pequeño, siendo observados por varios autos que desesperan mientras los que están dentro pisan el acelerador para aterrarte y hacer que te rindas y les cedas el hueco?
Tener la seguridad de tenerte sin casi tenerte, pero con la conciencia tranquila de que estás ahí y sobre todo de que no me fallarás si te necesito. Ésa podría ser una de las cientos de interpretaciones de lo que es la seguridad. Sin compromisos ni lazos que me aten. No quiero que me cuiden, no quiero una madre, ya la tengo y desde hace lustros ella ya no siente la necesidad de cuidarme porque ahora es ella la que necesita cuidados. Ya la vida, y mi madre y mi padre, me enseñaron, sin lecciones teóricas, a veces por reflejo, a veces de forma improvisada, sólo con la convivencia diaria con tantos compañeros de hogar obligatorios, cómo me tenía que cuidar de ciertas cosas, por ejemplo, a sobrevivir sin llorar si me perdía un día entre la bruma o en medio de una gran jungla de humanos amenazantes. Lo cierto es que sé bien cómo cuidar mi cuerpo, pero a veces se me escapan las técnicas más básicas de cómo se cuida un alma. En mi hogar había demasiadas, y ese tema, de los últimos del programa, ya no dio tiempo a practicarlo y se dio por apuntes para el examen final. Lo aprobé con un cinco raspado y ahora me resiento, claro.
Sentir la libertad, la tuya, la mía, la de ella… en mi rostro, como aire fresco que no corta mi piel, es lo que ahora deseo. Comprender que yo no estoy viva para cubrir expectativas de otros, pero que sin embargo si las cubro un poco, me motive al menos. Repito que soy una hormiguita pero con alma humana que no aprobó con buena nota aquel tema tan importante.
Todos queremos que nos quieran, que nos adoren, que nos admiren…pero también pedimos que nos dejen espacio, tiempo y silencio para poder crecer solitos, porque a estas alturas de la película ya somos mayores para querernos a nosotros mismos, admirarnos y darnos palmaditas en la espalda cuando necesitamos refuerzos…aunque de vez en cuando la motivación externa nunca venga mal. Rebuscamos ese aliento, esa frase amable o esa otra que nos eleve el alma un rato, como cuando buscamos en los montones de ropa de otras temporadas al llegar las rebajas a ver si encontramos algo que ponernos sobre nuestra piel, que en ese momento tapamos por vergüenza porque está hecha jirones. Por eso nos vestimos con las mejores galas y cuidamos que nuestro cuerpo huela bien para atrapar los sentidos de quienes nos rodean. Tapamos nuestras miserias cada día sin saberlo. Nadie a conciencia va con camiseta de manga corta y vaqueros a una reunión de ejecutivos, a no ser que desee que le llamen extravagante o sentirse observado porque le vaya la marcha. Pero ¿y el alma?... ¿por qué no la perfumamos también? A veces hay almas que pueden oler a cieno por mucho perfume que desprenda su cuerpo.
Seguridad e independencia, dos asignaturas con nota baja, pero en las que aún "hinco los codos" a diario para aprenderlas bien.
De todas formas….no me refresquen la memoria, siempre digo que si de algo no te acuerdas es porque no lo necesitas, así que seguiré sin saber… y sin querer saber.
Comentarios
Muy interesante, completo, sencillo, claro pero sobre todo húmano....para releelo y tenerlo muy en cuenta. De lo mejorcito que te ha brotado del alma últimamente.
Un abrazo:
Ajolá
Ahora solo queda ponerlo en práctica.
un abrazo:
Ajolá
Me metí en el pellejo, si es que tienen, de una hormiguita insignificante para escribir esta entrada...Y como una hormiguita ha quedado, sencillo sobre todo. Reelerlo y sobre todo, como dices, ponerlo en práctica con prudencia, con mucha prudencia, es lo que hay que hacer ahora................que las hormiguitas somos muy pequeñas y sensibles y cualquier tropiezo de un ser humano o bicho viviente puede hacer que seamos aplastadas en cualquier acera urbana... Yo, como me siento así de pequeñita, cuando ando por las calles zigzagueo mucho, evitándolas para no pisarlas, imagino que puedo ser yo y me entra una pena de las hondas. Y no es nuevo, desde bien pequeña las sorteo, evito pisarlas. ¿Y si en otra vida fui una hormiga?...ummmm, interesante, no?...o quizás esa hormiga que me siento ahora con alma humana, fuera entonces un ser humano con alma de hormiga...creo que he tomado demasiado cola-cao esta mañana...me voy a la calle a tomar el aire y estirar las piernas. Besos y bienvenida a este espacio, Ajolá.
Ojalá todos pudiéramos ponernos en la piel de otros, incluso de una minúscula hormiguita, el mundo iría mucho mejor.
No dejes de escribir Eva, los que te seguimos lo agradeceremos con el alma perfumada.
Ah, y sigue trabajando esa seguridad y esa independencia, que en la vida siempre se puede subir nota.
Saluditos Eva
besos
Tampoco nos vamos a flagelar, ¿no?...
GRACIAS, EVA!!
Besitos de gominola
Gracias también por tu visita, siempre fiel. La próxima incursión será a una buena terraza soleada para charlar sobre la vida.
un abrazo.
Opino como Ajolá, sin desperdicio cada uno de tus parrafos aunque yo me quedo con uno en concreto "Sentir la libertad, la tuya, la mía, la de ella… en mi rostro, como aire fresco que no corta mi piel, es lo que ahora deseo",..... ayssss ese inconsciente, que sigue latente en esa parte de mente-cerebro. Deseos son y deseos serán, diferente tiempo verbal pero con un mismo proposito,.... ya verás como los deseos se te hacen realidad....
Besos mil.
Besitos.
besos
Cenicienta