Microrrelato: SUEÑOS ROTOS

- Los hombres que a mí me gustan no saben llorar - sentenció Laura-. No son unos tristes como tú.
Le tiró a la cara el dinero que había recibido por sus servicios y se marchó.
Estaba cansada de ver llorar a su cliente más fiel.Mil veces prometió sacarle de ese burdel y abandonar a su esposa e hijos, pero nunca lo hizo.
Fue el último día que ambos se encontraron en esa mugrienta y oscura habitación.
Laura lo imaginaría entonces llegando resignado a casa, besando a su esposa y a sus retoños. Ella esperaría siempre ese sueño que no llegaba.
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Comentarios

ralladuradelimón ha dicho que…
Dile a Laura que los sueños hay que soñarlos, no esperarlos. Ah! y que no espere a que alguien los haga realidad por ella...como ves, sigo negativa.
Besos, sigue escribiendo.
Lara
18 de diciembre de 2009, 7:04
Etcétera ha dicho que…
Se lo diré de tu parte...pero Laura no existe, es una creación, pura ficción. Me imaginé a una pobre mujer "de la vida" y "et voilá"...vomité el microrrelato.
muchos ánimos...piensa que pronto acabará el otoño y se irán los pensamientos como las hojas de los árboles, tornándose tu árbol más florido y bello, como siempre, como cada año.
besos
18 de diciembre de 2009, 9:01
zaen ha dicho que…
Es un micro muy triste y sino fuera porque el personaje es una prostituta, diria que es la tipica historia de amor de cualquier amigo o amiga, quizas esta ahi la originalidad, sobre todo lo que dice Laura al principio del relato.

Quizas suene mal lo que voy a escribir pero me ziño a lo que has escrito en tu comentario, a mi gusto,... """me ha parecido una buena vomitona""" :)
18 de diciembre de 2009, 13:47
Anónimo ha dicho que…
Los seres tristes no sueñan esperan a que otros se los regalen, que giren a su alrededor aportando alegría a sus vidas, sueños e ilusiones, pero un ser triste jamás pondrá nada de su parte para buscar la felicidad.

J. Austen
19 de diciembre de 2009, 0:17
Anónimo ha dicho que…
Debemos poner todo de nuestra parte para buscar la felicidad, por naturaleza esquiva, a veces imperceptiblemente cercana, tanto que no nos damos cuenta de que bastaría extender levemente la mano para gozar de ella, por un momento sólo, por una eternidad siempre.

Saluditos
21 de diciembre de 2009, 2:08
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