APRENDER A DECIR QUE NO...



Una lata de sardinas me ha recordado que debo aprender a decir que NO a tiempo. No estaban envenenadas o eso me lo pareció cuando las comí ayer. Mi cuerpo no pudo con tanta indecisión y la sardina asomó su cola por mi boca durante toda la tarde dispuesta a que yo asimilara la lección.

Decir que “NO”, menudo dilema... pero si era lo primero que te decían que hicieras cuando eras pequeña y te llevaban de visita a casa de alguien. Yo estaba sentadita sin moverme y la anfitriona se me acercaba y me ofrecía una galleta María, las de toda la vida.

-No, de verdad, no tengo hambre – decía yo con resignación.

-No, no, no se moleste...- repetía cada vez más aparentemente avergonzada por la situación aprendida de antemano por mis mayores.

Hasta que mi abuela me lanzaba una mirada como queriéndote decir: “ya vale... a la tercera dices que “Si” y te comes lo que haga falta, aunque no te guste”... Pues bien, ése ha sido el fallo cultural, que nos han enseñado a decir que NO pero con trampa. Tan educaditos todos para quedar bien y sentir la aprobación ajena, que nos hemos olvidado de nosotr@s mism@s, de nuestras propias necesidades, de nuestros intereses particulares. ¿Acaso alguien me preguntó en su momento si me gustaban las galletas que me ofrecían en aquellas visitas? Pues ahora confieso que las llegué a aborrecer...porque era lo único dulce que en meses entraba en mi casa, pero claro... la diplomacia y el saber estar ante todo.

¿Por qué nos cuesta tanto arrancarle a nuestra garganta un No rotundo?...Estoy segura que es porque necesitamos aprobación, sentirnos valorados y en muchas ocasiones, y esto es lo peor de todo, pensar que la persona que tenemos delante no es merecedora de una negativa nuestra, tal vez porque sea nuestro amigo del alma, nuestra pareja, nuestra madre o nuestro hijo. Anteponemos la complacencia del otro a la nuestra y así nos va.

Si es una práctica que no la hemos interiorizado de forma asertiva nos costará horrores llevarla a cabo, pero podemos probar. Creo que merece la pena ofrecernos el placer de decir que No para aprender a respetar nuestro tiempo y respetarnos como personas. Vamos a ser asertivos de una dichosa vez, por favor. ¿Qué puede ocurrir si decimos que No de forma asertiva? ...¿Y si los amigos se alejan o desaparecen?...¿Y si mi pareja se cansa y me abandona? ...Qué miedo más tonto a quedarnos solos se observa en el horizonte. Si alguien renegase de mí por aprender a ser asertiva y por ser capaz de ofrecer un NO a tiempo con el fin de no perjudicarme, no tengo poder para cambiar eso. Tendré que dejar que las cosas se recoloquen con el tiempo o perder equipaje por el camino, pero no siento que la sangre se deba derramar por pronunciarse de forma educada y sin ánimo de fastidiar a nadie. Hay que ver lo que ha dado de sí una lata de sardinas.

Que tanto libro de autoayuda digo yo que tiene que servir para algo, ¿no?... pues a amortizar las horas de lectura de “inteligencia emocional” o “Aprende a decir que no y quedarte en la gloria”

¿ Volveré a comer sardinas enlatadas?, ¿Seré capaz de pronunciar un NO tajante sin vuelta atrás?... pues espero respuesta afirmativa a ambos interrogantes... que las sardinas son buenas para la anemia y los “Noes” a tiempo sientan muy bien al espíritu.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Estoy de acuerdo contigo Eva. Es difícil a veces decir que sí, pero sin duda es mucho más difícil saber decir un "no" a tiempo. Está claro que hemos recibido una educación en la que se sacrifican opciones personales en aras de "quedar bien" según las reglas de cortesía convencionales. Pero lo cierto es que se puede seguir siendo la persona más educada del mundo y respetar al mismo tiempo nuestra parcela de independencia y capacidad de decisión, sin sucumbir sin más a los que otros esperan de nosotros. Es más, no sólo es compatible, sino que es altamente recomendable para evitar sorpresas o situaciones desagradables de las que más tarde nos podamos arrepentir.

Espero que vayas mejor de lo de las sardinas, y cuidado en adelante con lo que comes eh?

Saluditos Eva
nieves ha dicho que…
Por un tiempo creo que no probarás las sardinas en lata por muy ricas que sean en Omega 3 y todos esos beneficios para la salud. Eviiiiss, por Dios, las sardinas en espeto y a pie de playa...De lo otro , de los Noessss pues que NO y que No que hay que meterselo en la cabeza que un NO a tiempo es un triunfo y que si se necesita tiempo para pensar se dice: " déjame unas horas que te contesto despues " que el "bote pronto" trae malas consecuencias y mira quien te lo dice: yo que soy "Mari no saber decir No", pero en ello estoy así que te digo bien alto NO comas más latas de sardinas.
Un beso grande larguirucha preciosa. siempre
Anónimo ha dicho que…
Interesante entrada. Es verdad que a veces la educación deja mucho que desear pues nos inculcan unos valores a cuales más falsos y muy alejados de la realidad.
Para una vez que vamos a vivir, lo suyo es emplear nuestro billete de ida en hacer y decir lo que nos apetezca en cada momento de acuerdo a aquello que necesitamos en nuestra vida pues eso del quedar bien menuda estupidez, lo único que se consigue es cortarnos las alas a nosotros mismos a costa de que los demás vuelen libremente. O volamos todos o no vuela nadie, pero no unos sí y otro no.
Esperanza
pepitona ha dicho que…
Cierto es que decir "NO" es algo que suele costar por la inculcación de ser niñas buenas con tendencia a la buena educación. Como todo en la vida es una aprendizaje, con la madurez llegamos a la conclusión que un No a tiempo puede salvarnos de situaciones incómodas que a larga seguro que pueden perjudicarnos de algún modo. Si al hacerlo significa perder algo o alguien quizás es que la realidad es que no nos convenía y esta pérdida puede resultarnos beneficiosa. Somos seres vulnerables y a veces la fragilidad conlleva falta de consciencia o autoestima.Seamos buenas primero con nosotras mismas y después con l@s demàs, y afirmemos y neguemos según nos convenga. Un NO a tiempo puede ser la clave para reafirmarnos en lo que realmente deseamos y así vivir en consecuencia hacia los pequeños ratos de felicidad por elegida no condicionada.
Laorejadepessoa ha dicho que…
Fantástico, Eva!! Muy fílmico...
Gracias!!!
Besitos
ralladuradelimón ha dicho que…
Decir "no" es a veces más difícil que decir "sí" aunque para algunas personas también suponga un reto ser capaces de decir,hacer e ir a por lo que quieren. El problema es ese miedo a "¿qué dirán si expreso libremente mi deseo?" Si hubieras rechazado las galletas, ¿qué habrían pensado? pero en otras situaciones, el hecho de aceptarlas podría parecer hasta gula. Siempre preocupados por los demás, convenciones sociales que nos mantienen bien quietecit@s.
Etcétera ha dicho que…
Gracias a todas por vuestros comentarios, he tardado en agrdecer porque he estado "mising" unos días.
Gracias anónima de saluditos constantes, ya las sardinas están de nuevo en el río, eso espero; gracias a Esperanza, muy de acuerdo contigo cuando dices que hay que tener la libertad de decir y hacer lo que nos plazca, siempre sin molestar ni ofender; gracias a Nieves,ah, y el Omega 3 me lo suministran unas cápsulas muy buenas y adió a las sardinas para siempre,jejeje;gracias a Pepitona, lo primero bievenida a esta ventana abierta a tod@s, me quedo con tu esta parte de tu comentario: "Si al hacerlo significa perder algo o alguien quizás es que la realidad es que no nos convenía y esta pérdida puede resultarnos beneficiosa".
Grcias OrejadePessoa, dónde andas???..has abierto ya t blog??, hazlo, hazlo...
Y gracias a ti, Lara..sí, preocupados por lo que pensarán los demás...Yo estoy un poco harta de eso..así que a cabiar se ha dicho y a no ser tan politicamente correcta...
besos a tod@s y gracias.

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