El tiempo y el espacio no existen...

- Ya he saltado en alguna ocasión la frontera que me separa de algo importante -le dije a la profesora tímidamente y después de esperar con la mano levantada un buen rato … Creo que sé calcular la distancia y el tiempo que separan dos puntos de la Tierra… y sin usar ningún aparato.
- ¿Y a qué conclusión has llegado, querida Eva? -preguntó ella muy sorprendida.
- Pues en realidad la distancia y el tiempo no existen -le solté-. Os empeñáis en medirlo todo con calendarios y metros para hacernos creer que sí, pero no, a mí no me engañáis.
Ese día la profesora me sacó para escribir la fecha en la pizarra: día 20 de septiembre de 2010, un mes más para poder amarte de lejos, pensé. El comienzo de todo.
Empieza la lección.
La profesora siempre dice que cuando ella plantea un problema matemático nos tenemos que convertir en detectives, y eso hago desde que tengo uso de razón. Emulo a los Ángeles de Charlie, me encierro en mi despacho y analizo la situación. De pronto un mensaje tuyo me llega al móvil. Estás en nuestra cafetería favorita tomándote un té y me envías la fotografía de la silla vacía que yo ocuparía si estuviera allí. Una milésima de segundo entre tu mensaje y mi respuesta: “Estoy allí, siénteme”. Desespero una réplica tuya. Si la respuesta a mi respuesta es que me sientes, entonces es obvio que la distancia no existe.
Seguimos con la lección.
El tiempo me golpea con oleadas continuas de recuerdos, de los tuyos y los míos, de instantes presentes contigo y sin ti y de etapas pendientes por vivir… es una línea recta con brochazos de diferentes sabores, texturas y colores. El tiempo es pura ilusión, no quiero que me engañen más. Divagando sobre esto vuelvo a recibir un nuevo mensaje instantáneo en el que me aclaras que quedan más de diez días para que nos volvamos a ver y que se te harán muy largos. Otra milésima de segundo entre tu mensaje y mi respuesta: “No, amor, ya estoy allí, mira a tu lado… ¿puedes sentirme?”. Mi investigación sigue adelante y espero inquieta su respuesta. Si la respuesta a mi respuesta de nuevo es que me siente, entonces mi teoría es válida y no habrá nada que la refute.
- De acuerdo, Eva -dijo la profe-, nos tendrás que decir al menos qué respuesta te dieron.
- Sí, claro, -le dije sonriente- su respuesta fue: “No sólo te siento sino que estás muy dentro”
La profe calló y apuntó en la pizarra los deberes para el día siguiente.
Al final de la clase me acerqué a la mesa de la profesora y le dije en voz muy queda: “Seño, ¿a qué distancia del sueño y la locura estoy?”… Ella no supo qué contestar.
Comentarios
Saludos
Esperanza
Buenas y tranquilas noches.
M.José.
Lara, gracias también por recordarme que no pierda de vista mi camino, mi autopista, mi autovía... intentaré que así sea..Besitos
Gracias Esperanza por visitar de nuevo la Tómbola... y disfutar de las imágenes nostálgicas que te evocaron en esta ocasión...Besitos
M josé...parca en palabras como siempre...pero tú y yo nos entendemos sin palabras...muchas gracias por estar ahí. un abrazo fraternal...
y gracias a Silbante por su comentario. Cómo me alegra que te haya arrancado una sonrisa esta entrada, yo mientras la escribía pensaba en sonrisas de niños... para ellos el tiempo y el espacio tienen una perspectiva diferente a la del adulto... viven en otra dimensión. Besos
Me encuentro perdida en el espacio y no he llegado a tiempo.
Gracias, Eva!!
Besitos de gominolas