Lisboa la bella, la vieja, la anciana…

Un día escuché que Pessoa no rima con Lisboa por coincidencia accidental. Yo jamás creí en las casualidades, así que si esas dos palabras que me huelen a mar y a descalichadas calles riman, tendrá alguna razón poderosa.
La visité hace más de 20 años y no había vuelto. Ahora me espera, lo sé, nos espera, tal vez algo más decadente, pero con la misma belleza de las ciudades añejas. Eso sí, espero me seduzca mucho más ahora…porque la solera la da el tiempo y veinte años es suficiente como para que sus sabores y sus olores se hayan acentuado.
Cuando llego a ciertas ciudades emblemáticas me da por imaginarlas como señoras, como mujeres, como niñas; unas pueden parecerme señoritas pedantes y muy chic como París, por ejemplo, y otras tristes y oscuras como Londres. Lisboa fue diferente, fue mi primer destino fuera de España, tan cerca y tan lejos, la gran desconocida. Imaginaos mis ansias de ver mundos diferentes a esas edades y mis esfuerzos por no llorar como una niña cada vez que veía una cosa nueva. Recuerdo que la maleta la preparé con casi un mes de antelación y mi madre me llevó al médico porque por primera vez en mi vida conocía el significado de la palabra jaqueca, de la pura emoción del soñado viaje.
Pasamos por el moderno puente 25 de abril, que crujía con metálico sonido sobre el río Tajo, y mi boca se entreabrió. Creí que nos adentrábamos en una ciudad moderna, una metrópolis como San Francisco por lo menos, pero cuál fue mi sorpresa que al traspasarlo por completo y bajar del autobús, contemplé de arriba abajo a esta señora desconocida, y con mi boca aún entreabierta, miré a las chicas y les dije con cara de boba: “Lisboa me parece una señora vieja, una anciana con mucha clase”.
Pronto nos adentraremos de nuevo en esta ciudad bañada con colores ocres y dorados. Nos sentaremos en cualquier bar a respirar el aroma del café especial de Lisboa y me pediré un café, un “meia de leite” que viene a ser un café manchado o similar…en vaso grande y con una enorme cuchara para mover el azúcar…que las costumbres cafeteras de los lusos son un poco complejas y yo con los cafés no me complico la vida, es más, soy de la generación del colacao…
Podré de nuevo respirar esa nostalgia de su historia marinera. Y cuando visite el Barrio de Alfama y el Barrio Baixo, repletos de mercados, curiosos edificios de colores, laberintos de calles adoquinadas estrechas y con unas subidas y bajadas que valen la pena, veré a dios…porque fue entonces lo que más me gustó con diferencia de esa señora anciana.
Quiero volver, se me antoja volver a pisar esas calles y oír los fados en las voces de los taberneros mientras lavan los platos, quiero aspirar ese aroma a mar y que mis narices se atoren durante horas…durante días. Pretendo ser de nuevo feliz en esa ciudad como lo fui hace más de 20 años, con la misma ilusión. Y aguardar a que Pessoa me brinde uno de sus desvaríos y me susurre al oído durante la noche que “no somos quienes no somos, y la vida es veloz y triste” y yo le añadiré muy queda y para no eclipsar sus magistrales frases, que tengo que aprovechar al máximo cada instante, sin perder el tiempo que es oro mientras reluce, pero que se oscurece y se detiene si la maquinaria se bloquea.
Al despertar daremos un largo paseo por la costa, le daré la mano al loco desasosegado y escucharé, si el genio quiere deleitarme con el grito más hondo de su extravío aquello de: “¡Cuánto me muero si siento por todo! ¡Cuánto siento si así vagabundeo, incorpóreo y humano, con el corazón parado como una playa, y todo el mar de todo, en la noche que vivimos, batiendo alto, zumbón, y se enfría, en mi eterno paseo a la orilla del mar”.
Y volveré a casa con el mar entre mis manos, con un fado en mis oídos y con el corazón lleno de nuevos recuerdos y el sosiego de haber realizado otro sueño.
Comentarios
Las casas se distinguen en un conglomerado retenido, y la claridad lunar, con manchas de inceridumbre, estanca de madreperla las sacudidas muertas de confusión. Hay tejado y sombras, ventanas y edad media....
¡Lisboa al claro de luna y mi cansancio de mañana! (Del Libro del Desasosiego...)
Buen Viaje, y que Pessoa te acompañe!!...
Nos tomaremos ese vinito.
Besitos
Alex
Si no somos más que viajeros de este mundo...decía Goethe. Dime, acaso somos algo más?
Gracias por tu blog
Seguro que Lisboa sabrá apreciarte tanto como tu la aprecias. Que el espíritu de Pessoa te acompañe.
Ah, por cierto, qué bellos comentarios de laorejadepessoa y Alex.
Saluditos Eva
y a ti qué te voy a decir, Lucía???... bueno...primero que ya te vale, que a ver cuándo quedamos y nos tomamos ese vinito y que sí...que me marcaré un baile romántico con música de fado,y aunque a muchos les puedan parecer tristes, a mí siempre me han evocado a esos sonidos de sirenas, bellezas fantásticas...así que a bailar.
Besos a las dos...y mi reiterado agradecimiento.
Esta vez sólo será una visita a la bella Lisboa...Sintra la conocí en su momento...pero si surge nos pasaremos...por qué no. Sin planes....Lisboa tiene tanto tanto que ofrecer... Y mira por dónde...buscaré la peli porque no he tenido el gusto de verla...gracias por tu recomendación.
saludos