Una habitación propia...
Restan apenas doce días para que mis vacaciones concluyan y llevo semanas intentando escribir algo razonable. Algo casi imposible en estos días. En mi cabeza se agolpan ideas de todos los tamaños y colores, ideas voladoras que se escapan raudas buscando nuevos astros, ideas escurridizas que se resbalan entre los dedos antes de ser utilizadas, ideas buenas, ideas menos buenas…ideas al fin. La sensación de estar en el aire todo el tiempo no me deja centrarme en nada concreto; por eso, los techos de las habitaciones prestadas que este verano he observado durante horas, han servido de lienzos. De ese modo he podido llenar con sueños mis días y mis noches.
La causa fundamental
de tan incómoda situación es la de no tener “Una habitación propia” como la de
Virginia Woolf y tener en la actualidad una situación particularmente trasegada.
Nada que no lo arregle el tiempo y unas buenas dosis de orden y paciencia. He estado
en órbita medio verano, revoloteando de un lado para otro sin poder posarme
mucho tiempo. Diferentes camas me
calentaron sin que apenas me pertenecieran, aunque las hice mías por un tiempo.
Mi cuerpo fue abducido por una inoportuna bacteria que se comió parte de mi
energía durante más de quince días, y el resto del tiempo que me queda, hasta
que pueda tomar tierra sin tropezarme con ningún obstáculo, intentaré con todas
mis fuerzas comerme a sorbos la vida que me ofrecen, mi vida, la tuya, la
nuestra. El presente me dicta cada día temas sobre los que garabatear textos
bellos, pero me falta esa habitación propia donde dejarlos impresos. Registro
recuerdos en mi corazón, a golpe de besos y abrazos nuevos, y me tatúo cada uno
de los instantes vividos, momentos que se hilvanan con la ternura de unas manos
que tocan telas delicadas, suspiros que se escapan de bocas que sonríen,
instantes que no pueden escaparse porque ya están muy dentro. Sin embargo, no
puedo hilar nada coherente para dejarlo plasmado en este blog. Tantas cosas
vividas, tantos mundos secretos, recorridos en estas semanas con la prisa de la
que acaba de nacer y desea vivirlo todo, lecciones aprendidas que hoy llenan bolsas y
maletas con las que volveré muy pronto a
un nuevo hogar, con el objetivo de decorar también una nueva vida.
“Una habitación propia”, aunque nunca nada sea propio, eso es lo de
menos… ¡qué importa!, pero no sé, tal vez sea lo que necesite para poner en orden mi cabeza.
Sólo mi cabeza, claro, porque mi corazón
hoy no está deshilvanado ni preciso
cortar hilos sobrantes ni planchar telas arrugadas de años almacenadas. Mi corazón está pleno de entusiasmo, eso sí
que importa, y se afana en adornar mi vida con colores alegres, diseñando a
cada soplo nuevas expectativas.
Me restan apenas doce días para que las vacaciones concluyan
y llevo semanas intentando escribir algo razonable.
“¿Cómo voy a llegar nunca hasta los granos de verdad
enterrados en esta masa de papel?, me pregunté, y me puse a recorrer con
desesperación la larga lista de títulos. Hasta los títulos de los libros me
hacían reflexionar.” Una habitación propia. Virginia Woolf
Comentarios
Suerte para ambas, no? :)
Beso
Un abrazo fuerte.
Me alegro de tu favorable recuperación.
P.V
Sé que está siendo una temporada extraña, sin sentir que perteneces a ningún lado...pero esa incertidumbre te está fortaleciendo aunque aún no lo notes.
Cuenta conmigo, si?
Un abrazo!