Y te quedaste...

Fotografía de LuBélia Cortez

Entraste por mi boca
una madrugada en aquella inhóspita estación de servicio
donde paramos como dos adolescentes para reconocernos
las bocas blandas de suspiros nuevos 
y palabras y gestos que te robé ese día para quedármelos
te deslizaste hasta el fondo de mi alma 
porque ya no había puertas cerradas para ti
te quedaste… 
para siempre, dijiste 
para siempre, susurré yo con los dedos en el teclado… 
y ahora hagamos todo lo que nos salga de la poesía. 

Esa noche 
como todas las noches que siguieron
me abracé a la almohada esperando el alba.

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