Me he pasado al cola-cao...
Para llegar a mí no se
necesitan intermediarios ni intermediarias. Es tan fácil como caminar en línea
recta. ( Etcétera)
Hace unos días, buscando
cacao en las estanterías del supermercado, decidí que estaba harta de la marca
que he utilizado estos años, ése que se disuelve y no deja “grumitos”. Llevo
demasiado tiempo echándolo en mi taza de bebida de soja, sin plantearme nunca
mudar esta rutina casi inconsciente. No sé si aguantaré mucho tiempo, pero necesitaba
este cambio radical.
Me he pasado al cacao de toda
la vida, al que fue testigo de mi alocada y silenciosa infancia. Kilos y kilos
de ese cacao se consumieron en mi casa por aquella época. Mi madre preparaba
cinco, seis y hasta siete vasos de una vez, según los vástagos en período de
crecimiento que hubiera entonces. Durante el día podía preparar, y no exagero,
unos veinte o veintidós vasos de rico cacao caliente. Los colocaba en fila
sobre el mármol blanco de la cocina y nos llamaba a voces. Muy obedientes nos
bebíamos aquel líquido de un solo trago. A mí me parecía más una obligación que un placer, sobre
todo el vaso de antes de dormir, el tercero del día.
He vuelto al cola-cao. Abro
el bote, vierto una cucharada de ese polvo en mi vaso de bebida de soja bien
caliente y lo agito con parsimonia. Me quedo pasmada mirando cómo se disuelven
los grumos igual que lo hacen los nudos en mi garganta últimamente. Entonces cierro
los ojos y acerco el tazón a la boca. Su aroma me retrotrae a esa parte de la
infancia en que fui feliz. Doy un segundo sorbo y sonrío. Como antaño, cuando
apenas me alejaba del suelo un metro de humanidad, me da por paralizar el
tiempo. Siempre me ha gustado hacerlo. Me siento muy bien porque puedo cambiar
el guión a mi antojo. Retrocedo hasta ese momento en el que todo era fácil, quedándome ahí detenida, con el rostro
relajado. Sigo sonriendo. Voy y vengo, haciendo girar la moviola del tiempo
vertiginosamente de forma caprichosa, porque así lo deseo. Y ya no me siento
bien, ahora me siento mejor, y con este juego de parar el tiempo me convierto
gracias a mis poderes sobrenaturales en una divinidad superior que todo lo
puede con sólo desearlo.
Siempre me gustó guardar
semillitas que encuentro para plantarlas más tarde aprovechando esos momentos
en los que soy capaz de paralizarlo todo. Después, chasqueo los dedos para
deshacer el hechizo y la maquinaria se pone de nuevo en funcionamiento. Espero
sentada a que las semillas germinen y mis deseos se hagan por fin reales. A veces sé que espero demasiado, pero también tengo la certeza de que nunca es demasiado cuando lo que deseas es algo viable. Sólo el tiempo y mis
anhelos obrarán el milagro que acuñé ni se sabe cuándo.
En muchas ocasiones, cuando
me siento desarropada, despojada de aquel calor que hervía bajo nuestras mantas
y que hoy a menudo provoca que las lágrimas afloren, me aferro a esos sueños
para no caer de bruces.
- Tengo un puñadito de esperanzas en mi
bolsillo. ¿qué hago con él? –dije con una mezcla de desamparo y súplica.
- No lo saques de ahí, no lo pierdas
nunca, guárdalo siempre… -me contestó ella rogándome con la mirada.
A menudo me aferro a esas esperanzas que
siguen intactas en el fondo de un viejo bolsillo. (Vivencia propia)
Comentarios
Muda de vida se tu não vives satisfeito
Muda de vida, estás sempre a tempo de mudar
Muda de vida, não deves viver contrafeito
Muda de vida se há vida em ti a latejar
TQ luna
Muach
Besos y más besos
Etcétera
Y si quieres un vaso de cacao bien calentito y oscuro te invito a uno. Yo lo tomo a diario para comenzar el día... Me veo de viejecita preparándomelo igual que ahora. Eso sí, ya no se me queda el cerco de cacao en el bigote como cuando era una niña... Jajajaja
Besitos
Etcetera
Besos con y sin grumos...al fin y al cabo, besos son.
P.V
Besos
Etcétera
Besos.
P.V
http://vidadeunamariposa.blogspot.com.es/2012/11/queriendome.html
He hecho un pacto con mi madre y hemos comprado Colacao de nuevo, pero está guardado sólo para las emergencias, para los días bajos y fríos... :)
Besitos (¡con bigotes marroncillos! :P)